domingo, 25 de octubre de 2009

JAZZ VOYEUR


Bajando a un subsuelo en el corazón de Recoleta (Posadas 1557), Jazz Voyeur ofrece una programación atractiva y comida inspirada en la tierra natal de la música nacida en el Sur norteamericano. Un reducto interesante, distinto y original, en el circuito musical porteño.
Aquí hay pocos los lugares con música en vivo. Sea por condicionamientos culturales o por limitaciones legales, se extraña esa vibración que produce una voz e instrumento mientras se bebe un trago.

Jazz en Buenos Aires
Por suerte, hay excepciones. Y la música jazz es una de ellas. Este ritmo subterráneo, fogoneado mundialmente en antros ocultos, en aquellos años en que los negros tenían prohibida la entrada a varios bares hasta lograr su expansión mundial con epicentro en ciudades como Paris, Berlín o Montreal, es uno de los que más propuestas en vivo ofrece en bares y restaurantes porteños. Un buen ejemplo de esto es el que realizan los fundadores del Hotel Melía Boutique, en la calle Posadas. Ellos, adoradores del jazz, no podían crear un lugar sin que este tuviera su propia cueva jazzera. A la que uno se acerca a espiar, como un buen voyeur.

Música en el subsuelo
El primer impacto es ver las paredes con fotos en blanco y negro de músicos de jazz, todas tomadas por Gerardo Cañellas, uno de los creadores del proyecto. Pero no solo hay retratos sino un piano, una pequeña batería y el lugar para que los músicos tomen su lugar. Mesas para apenas algo más de 60 comensales y un ambiente sencillo, sobrio y con cierta calidez. El lugar abrió en 2006 y tiene origen en el Jazz Voyeur ubicado en el casco antiguo de Palma de Mallorca, en la mansión del siglo XVI donde se encuentra el Ábaco de la Lonja. También, está vinculado al Jazz Voyeur de Bruselas y el Café Barcelona. La comida es un homenaje a la cultura gastronómica del Sur de los Estados Unidos, una melange de influencias locales, francesas, españolas e irlandesas. Entre las entradas hay tomates fritos con ensalada de rábano o sopa Tennessee. Los platos principales son el Luisinana Jambalaya (una paella al estilo americano) o pollo frito sureño acompañado de Cole Slaw. Entre los postres, las opciones son tarta tibia de frutos rojos con crema montada, tarta de pecans congelado de vainilla o pastel tibio de manzana acompañado de un shot de Jim Beam. Pero el plato fuerte es la propuesta musical.

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